La neurociencia detrás del masaje: cómo el tacto transforma el cerebro
El masaje no es solo una técnica ancestral de relajación; es también un fenómeno neurológico complejo que activa redes cerebrales, modula neurotransmisores y regula sistemas corporales enteros. Comprender cómo y por qué funciona desde la neurociencia nos permite aprovecharlo de manera más precisa y efectiva.
8/12/20252 min leer
El tacto como un lenguaje primario
Antes de aprender a hablar, el ser humano ya se comunica a través del tacto. Este estímulo activa receptores cutáneos especializados, como los corpúsculos de Meissner y Pacini, que detectan presión, vibración y movimiento. Estas señales viajan por las fibras nerviosas hasta la médula espinal y, finalmente, al cerebro, donde se integran con emociones y sensaciones corporales.
En la corteza somatosensorial se “traduce” la información táctil, pero no todo queda ahí: el sistema límbico, encargado de las emociones, también se involucra, explicando por qué un buen masaje no solo se siente bien físicamente, sino que también genera calma y bienestar emocional.
La liberación de neurotransmisores y hormonas
Diversos estudios muestran que el masaje aumenta la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del vínculo”, y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Además, estimula la producción de serotonina y dopamina, neurotransmisores vinculados al placer y la motivación.
Este equilibrio químico tiene efectos concretos: mejora el estado de ánimo, favorece la respuesta inmunológica y ayuda a regular el sueño. La neurociencia demuestra que el masaje es, en cierto modo, una intervención natural que actúa sobre la química cerebral.
Neuroplasticidad y dolor crónico
En personas con dolor crónico, el cerebro puede “aprender” a mantener el dolor incluso cuando la lesión original ya no existe. Este fenómeno se llama sensibilización central. El masaje, al activar vías nerviosas no dolorosas (mecanismo de control de compuerta), puede “reeducar” al sistema nervioso para reducir esta respuesta exagerada.
Con sesiones regulares, el cerebro empieza a reinterpretar las señales provenientes del cuerpo, favoreciendo cambios plásticos en las conexiones neuronales, lo que explica la mejoría sostenida que muchas personas experimentan.
Más allá de la relajación: impacto en la salud integral
El masaje influye en el sistema nervioso autónomo, reduciendo la activación simpática (respuesta de lucha o huida) y potenciando la parasimpática (respuesta de descanso y digestión). Este cambio tiene repercusiones directas en la presión arterial, frecuencia cardíaca y la capacidad del cuerpo para recuperarse del estrés.
La ciencia confirma que, al activar estos mecanismos, el masaje no es solo una herramienta para aliviar tensiones momentáneas, sino un medio para optimizar la salud física y mental a largo plazo.
Fuentes
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