Técnicas de automasaje para aliviar el cuello y los hombros en casa o en la oficina

Cuello duro, hombros tensos y poca movilidad: conocé cómo el automasaje puede ayudarte a aliviar molestias sin moverte de tu casa o tu escritorio.

DOLOR, TENSIÓN Y RECUPERACIÓN FÍSICA

6/9/20252 min leer

man in grey crew neck t-shirt
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Después de horas frente a una pantalla, no es raro sentir que el cuello se volvió de piedra o que los hombros están como una mochila invisible que pesa todo el día. El cuerpo habla, pero a veces no tenemos ni tiempo ni espacio para escucharlo. En esos casos, el automasaje puede ser una herramienta poderosa, simple y accesible. No reemplaza una sesión profesional, pero ayuda a mantener la tensión bajo control y recuperar algo clave: la conexión con el cuerpo.

Por qué se carga tanto el cuello y los hombros
Estas zonas son como esponjas emocionales y posturales. Cuando estamos tensos, apretamos la mandíbula, subimos los hombros sin notarlo, o giramos la cabeza solo hasta donde el cuello nos deja. A eso se le suma el estrés, la falta de movimiento, el uso del celular y la postura de “cabeza adelantada” típica de la oficina o el trabajo remoto.

El resultado es una sobrecarga constante de músculos como el trapecio superior, los elevadores de la escápula, y los músculos cervicales posteriores. Estos se contracturan fácilmente, y si no se liberan, pueden generar desde cefaleas hasta limitaciones para girar el cuello.

Cómo usar tus manos (y algunos objetos simples) para aliviar la zona
El automasaje no necesita ser perfecto, sino presente. Lo más importante es ir despacio, respirar, y sentir.

  • Manos y dedos: Sentado cómodamente, podés colocar la mano derecha sobre el trapecio izquierdo (esa “masa” entre cuello y hombro) y aplicar una presión suave, haciendo movimientos circulares lentos. Probá también deslizar los dedos hacia la base del cráneo, donde suele acumularse mucha tensión.

  • Pelota de tenis o similar: Apoyate contra la pared con una pelota entre tu espalda alta y la superficie. Deslizate suavemente, dejando que la presión caiga sobre los puntos donde sientas rigidez. Evitá movimientos bruscos o zonas óseas.

  • Respiración y conciencia: Acompañá el masaje con respiraciones largas, tratando de exhalar profundamente. Esto le da al sistema nervioso la señal de que puede aflojar.

¿Cuándo hacerlo? ¿Cuánto tiempo es suficiente?
Unos minutos por día pueden ser más efectivos que una sola sesión intensa cada tanto. Lo ideal es hacerlo cuando notás que el cuerpo empieza a ponerse tenso, no cuando ya explotó. Algunos eligen hacerlo al terminar el día, otros en medio de una jornada exigente.

Toma el hábito de cambiar de posición, estirarte al menos cada media hora, para que tus musculos no queden trabajando siempre en la misma postura por mucho tiempo.

Y si lo hacés en silencio, sin apuros, puede convertirse también en un momento de conexión contigo mismo. No solo se trata de aliviar un músculo, sino de registrar cómo estás, cómo te sentís, qué te está diciendo el cuerpo.

Conclusión personal
El automasaje es una de esas herramientas simples que siempre recomiendo. Porque no requiere más que tus manos y un poco de atención. En un mundo donde todo es para afuera, tomarte unos minutos para vos, para reconectar con el cuerpo y soltar tensiones, es casi un acto de resistencia. Y es un buen primer paso antes de pedir ayuda profesional si el dolor persiste.